¿Es la Toráh (Ley divina) contraria a la Gracia? Por Kenner Ospino M.

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¿Has escuchado una enseñanza que intenta dar a entender que en el “Antiguo Testamento” se vivía por Ley (como algo negativo) y que en el “Nuevo Testamento” se vive por Gracia (como algo contrario a la Ley)? ¿Sabías que eso realmente NO es lo que la Biblia señala?

Veamos el mensaje del Salmo 103 escrito por el rey David, un hombre que amó y vivió sujeto a la Toráh (Ley Divina): “1 Bendice, alma mía, al SEÑOR, y bendiga todo mi ser su santo nombre. 2  Bendice, alma mía, al SEÑOR, y no olvides ninguno de sus beneficios. 3  El es el que perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus enfermedades; 4  el que rescata de la fosa tu vida, el que te corona de bondad y compasión; 5  el que colma de bienes tus años, para que tu juventud se renueve como el águila. 6  El SEÑOR hace justicia, y juicios a favor de todos los oprimidos. 7  A Moisés dio a conocer sus caminos, y a los hijos de Israel sus obras.  8  compasivo y clemente es el SEÑOR, lento para la ira y grande en misericordia. 9  No contenderá con nosotros para siempre, ni para siempre guardará su enojo.  10  No nos ha tratado según nuestros pecados, ni nos ha pagado conforme a nuestras iniquidades. 11  Porque como están de altos los cielos sobre la tierra, así es de grande su misericordia para los que le temen.  12  Como está de lejos el oriente del occidente, así alejó de nosotros nuestras transgresiones. 13  Como un padre se compadece de sus hijos, así se compadece el SEÑOR de los que le temen. 14  Porque El sabe de qué estamos hechos, se acuerda de que somos sólo polvo. 15  El hombre, como la hierba son sus días; como la flor del campo, así florece; 16  cuando el viento pasa sobre ella, deja de ser, y su lugar ya no la reconoce. 17  Mas la misericordia del SEÑOR es desde la eternidad hasta la eternidad, para los que le temen, y su justicia para los hijos de los hijos, 18  para los que guardan su pacto y se acuerdan de sus preceptos para cumplirlos” (Tehilim/Sal 103:1-17 LBLA).

Este precioso Salmo del “Antiguo Testamento” enfatiza la siempre frágil condición del ser humano, pues la vida del hombre no sólo se marchita por sí misma, sino que está expuesta a males, pecados, etc.; sin embargo, también nos muestra que El SEÑOR (YHVH), en su misericordia, ha hecho pacto perpetuo con los que le temen, y ayuda así a la endeble situación de los seres humanos. Dios tiene en cuenta nuestra inconsistencia  y se compadece de nosotros.

Me impacta profundamente que, de acuerdo a la Escritura, la gracia y la bondad incondicional divina no tiene límites, ni en su volumen ni en tiempo; cubre a todos los que le temen y perdura “desde la eternidad hasta la eternidad”, pero también me llama la atención que de acuerdo a lo que ha sido inspirado por Dios, sólo los que toman consciencia de Sus mandamientos pueden gozar de los privilegios y de las promesas divinas.

Decir que la Toráh (Ley Divina) es contraria a la Gracia es un grave error que han venido perpetuando las religiones y sectas alejadas del Buen Olivo, Israel. Lo que muchos no comprenden es que una cosa es el legalismo nacido de algunas interpretaciones rabínicas del judaísmo de los tiempos de nuestro Santo Maestro Yeshúa y de sus apóstoles, que en su afán por encontrar justicia personal se olvidaron de la justicia divina que está revelada en la Toráh, la justicia de Dios por la fe, sobre el soporte de la gracia o bondad incondicional del Padre; y otra cosa es la Ley de Dios dada a Moisés para Su Pueblo Elegido.

Su majestad Yeshúa dejó claro a los religiosos de su tiempo que la Ley de Moisés, la Toráh, se afirma sobre tres cimientos importantes, que son mandamientos de importancia fundamental: 1. La justicia divina, 2. La gracia o misericordia de Dios y 3. La fe. Por lo tanto, ya sea la justicia, la misericordia o la fe, todo eso proviene de Dios y es un regalo del Cielo. Matityahu/Mateo 23:23  dice: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la Ley: LA JUSTICIA, LA MISERICORDIA y LA FE; y éstas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquéllas”.

No comprender todo esto ha hecho que muchos creyentes sinceros rechacen la Ley dada por el mismo Dios (Toráh) por considerarla enemiga de la Gracia. Algunos razonan así: en la medida en que me aleje de todo lo que tenga que ver con la Ley, me estoy acercando más a la Gracia de Dios. Esto ha dado como resultado una teología de rechazo consciente e inconsciente a la Toráh porque supuestamente la Ley no contempla la Gracia.

La realidad es que la Ley se sostiene en la Gracia, coexiste en la gracia y se manifiesta como un acto de la Gracia divina.

La teología dispensacionalista, que tanto daño le ha hecho a la doctrina bíblica, intenta dar a entender que hubo en el pasado una “dispensación de la Ley” y que desapareció cuando tuvo lugar la aparición del Mesías con una nueva “dispensación de la gracia”, sin embargo, cuando la Biblia  se estudia en su entorno original hebreo y teniendo en mente lo que fue revelado a Israel (Rom 3:1-3; 9:4) la realidad que nos encontramos es otra: hay una dispensación desde siempre y esa es la de la gracia.

Shemot/Éxodo 34:6-7 LBLA nos relata: “6Entonces pasó el SEÑOR por delante de él y proclamó: El SEÑOR, el SEÑOR, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad; 7  el que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, y que no tendrá por inocente al culpable; el que castiga la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación”.

Preguntas que son obligadas surgen aquí: ¿Merecía Israel el perdón de sus iniquidades, transgresiones, pecados o del quebrantamiento de la Ley de Dios con base en sus obras? ¿Tenías méritos propios para recibir perdón? ¿Fue perdonado Israel por haberle dado la espalda a los preceptos de Dios al haber hecho un becerro de oro? Nada de esto lo merecía Israel, sin embargo, tomando como base Su gracia y gran misericordia, el Eterno les otorga el perdón de sus pecados.

El profeta Iermiyahu/Jeremías  profetiza a Israel lo siguiente “1 En aquel tiempo–declara el SEÑOR– yo seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellos serán mi pueblo. 2 Así dice el SEÑOR: Ha hallado gracia en el desierto el pueblo que escapó de la espada, Israel, cuando iba en busca de su reposo. 3  Desde lejos el SEÑOR se le apareció, diciendo: Con amor eterno te he amado, por eso te he atraído con misericordia” (Jer 31:1-3 LBLA).

¿Cómo le podemos llamar a este acto de gracia y de amor incondicional de Dios para con Su Pueblo Israel? ¿Coexistía o no la Gracia con los mandamientos de la Ley de Dios? ¿Eran contrarios el uno con el otro? Solo en una cabeza llena de prejuicios teológicos minados con antisemitismo y un desconocimiento grande de las enseñanzas de Moisés, los profetas, el Mesías y sus apóstoles en su contexto podrían negar este  irrefutable hecho: la Ley se sostiene en la Gracia, coexiste en la gracia y se manifiesta como un acto de la Gracia de Dios.

Ah, ya sé, más de uno está pensando en lo que dice el escritor del evangelio que conocemos como de Juan cuando hablando del Mesías dice “16Pues de su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia. 17  Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo” (Jn 1:16-17 LBLA), con lo cual muchos piensan que este texto es una “demostración neotestamentaria” de que la Ley de Moisés fue una cosa y la gracia de Dios en Yeshúa es algo totalmente diferente y opuesto. Sin embargo, nada más alejado de la realidad que eso, pues cuando observamos sin los prejuicios religiosos, el escritor del evangelio lo que está confirmando es que a la gracia de Dios que fue revelada por medio de Moisés en la Ley se le suma la gracia que se revela en su más alto nivel por medio del Mesías Yeshúa, quien es el medio a través del cual finalmente sería celebrado el Nuevo Pacto explicado por los profetas, un ejemplo de ello se puede ver en Iermiyahu/Jeremías 31:31-33, que por cierto nunca promete anular ni abolir la Ley, sino poner esa misma Ley (Toráh) en el corazón y en la mente del Pueblo del Eterno.

Lo que el escritor del evangelio en cuestión está diciendo en términos más claros es que

la Toráh fue dada por intermedio de Moisés y la gracia y la verdad fueron reveladas, en toda su fuerza, por medio de Yeshúa HaMashiaj. Si se cree lo contrario es falta de compromiso con la verdad bíblica y un insulto a la obra de Dios por medio de Moisés que sí nos reveló la gracia divina y sí nos manifestó de muchas maneras la verdad eterna del Creador.

Ante la incapacidad humana siempre brillará la capacidad divina para guiarnos por gracia a través del camino de la salvación, pues sin su ayuda fue imposible y será imposible siempre. Bien dijo el profeta judío del “Antiguo Testamento”: “Todos nosotros somos como el inmundo, y como trapo de inmundicia todas nuestras obras justas; todos nos marchitamos como una hoja, y nuestras iniquidades, como el viento, nos arrastran” (Ieshayahu/Isaías 64:6 LBLA).

Es mi oración al Todopoderoso y mi deseo que todos podamos llegar a comprender las palabras del salmista que bajo la inspiración divina dijo “A Moisés dio a conocer sus caminos, y a los hijos de Israel sus obras.  Compasivo y clemente es el SEÑOR, lento para la ira y grande en misericordia… Mas la misericordia del SEÑOR es desde la eternidad hasta la eternidad, para los que le temen, y su justicia para los hijos de los hijos,  para los que guardan su pacto y se acuerdan de sus preceptos para cumplirlos”. (Sal 103:7,8,17,18 LBLA)

Que el Padre nos ayude a  interiorizar Su verdad,

Kenner Ospino M.

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