Si alguno tiene sed, venga a mí y beba en su contexto histórico

Compartir:

Por Isaac Bonilla C.

Aquel día un Rabino de Galilea alzó su voz y dijo algo increíble: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.” (Juan 7:37-38). Estas hermosas palabras han permanecido a través de las generaciones y han tocado al alma de muchos con sed de una relación viva e íntima con Dios.

Este artículo es parte de la serie “Comprendiendo mejor la Biblia”, en donde se observa el contexto histórico y cultural de los dichos de nuestro Señor Yeshúa (Jesús), el Mesías de Israel, para ayudarnos a comprender todas las implicaciones de sus dichos y cómo fue entendido por sus contemporáneos. Jesús de Nazaret fue un judío, hablando el idioma de los judíos en la tierra de Israel, utilizaba terminología y conceptos hebreos cuando enseñaba al pueblo judío del primer siglo. Para entender óptimamente sus dichos debemos entender el contexto que lo rodeó. Una vez que lo hagamos, comprenderemos sus palabras en todo su esplendor.

¿EL ÚLTIMO DÍA DE LA FIESTA? ¿CUÁL FIESTA?

El evangelio de Juan nos informa que nuestro Maestro se puso en pie “En el último y gran día de la fiesta” (Juan 7:37). La pregunta lógica es: ¿Qué fiesta? ¿Por qué era el “gran” día de la fiesta? ¿Por qué es esto relevante? ¿Es algo importante para que Juan nos lo diga? Como veremos es algo de mucha importancia para entender a nuestro Maestro. La fiesta que se celebraba en esa oportunidad es la que Juan había mencionado, unos versos antes en su libro, esto es, la fiesta de las cabañas o tabernáculos.

Leemos en Juan 7:2 lo siguiente: “Estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos”. La fiesta de los tabernáculos (en hebreo: Sucot) es una fiesta muy alegre por siete días, seguida por una fiesta independiente llamada “Sheminí Atseret”, con duración de un día (Levítico 23:33-36). El Señor mandó a los hijos de Israel, morar en cabañas o chozas por siete días como recuerdo de como Él había hecho habitar en Cabañas a los hijos de Israel cuando salieron de Egipto. La fiesta de Sucot, es llamada en Israel “Zemán Simjatenu”, esto es, “La época de nuestra alegría” debido al mandamiento “y estarás verdaderamente alegre” (Deuteronomio 16:15) en esta fiesta.

El último día de la fiesta es llamado “Hoshaná Rabá”, esto es, “El gran Hoshaná” o “La gran Salvación”. La liturgia del templo y las costumbres de Hoshaná Rabá nos dan mucha luz sobre el dicho de nuestro Señor y Salvador.

HOSHANÁ RABÁ Y LA CEREMONIA DEL AGUA EN EL TEMPLO

La fiesta de Sucot, acontece en el otoño en la tierra de Israel en la época de la recolección de los frutos. Jerusalén era saturada con los peregrinos que habían ascendido para la festividad y así cumplir con el precepto (Deuteronomio 16:16).

Dentro de las particularidades de la festividad, estaba la celebración de la libación del agua en el altar para pedir a Dios buenas lluvias para el invierno que se aproximaba. La ceremonia era elaborada por los sacerdotes, los levitas cantaban el “Halel” (Salmos 113-118) y todo el pueblo respondía con peticiones a Dios y posteriormente alabanza, cántico y danza.

Esta ceremonia se le llamaba “Simjat Beit HaSho’eva”, esto es, “regocijo de la casa de extracción [de agua]”, la ceremonia toma su nombre del verso de Isaías 12:3 donde está escrito: “Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación (hebreo: Yeshuáh)”

Todas las mañanas un grupo de sacerdotes extraían aguas del estanque de Siloé y luego la conducían para ser vertida en el altar juntamente con la libación de vino ordenada en la Ley de Moisés (Torá). El estanque de Siloé contenía agua de los manantiales de Gihón, la fuente del agua para la ciudad de David. La Biblia se refiere a agua que fluye naturalmente (tal como la de ríos, manantiales, lagos, agua de lluvia) y que no ha sido manipulada artificialmente por plomería como “Aguas vivas” (en hebreo “Mayim jayim”).

Luego de extraer el agua, los sacerdotes caminaban en un alegre recorrido al Templo para dar inicio a la ceremonia.

La Mishná, una recopilación de las leyes y practicas judías del tercer siglo de nuestra era, nos relata la ceremonia:

«Cada día ellos caminaban alrededor del altar una vez y oraban [Salmo 118:25], “¡Hoshaná!” ¡Oh, Señor te imploramos que Salves! ¡Oh, Señor te imploramos que envíes prosperidad! Rabí Yehuda dice: “ellos oraban, ‘sálvanos, te imploramos!, sálvanos, te imploramos’ Y en séptimo día ellos caminaban alrededor del altar siete veces”». (Mishná, Suká 4:5)

Al completar el sacrificio de la mañana y verter la libación del agua, el pueblo iba a comer para luego volver para la oración de la tarde y extender la celebración hasta la noche. Los levitas lideraban la adoración con música, ellos tocaban flautas, liras arpas y címbalos; cualquiera que podía cantar lo hacía, quien podía tocar un instrumento lo hacía también. Aquellos que no tenían dichos talentos, aplaudían, danzaban o hacían ritmo con sus pies. Toda la noche había canciones e himnos de alabanza. La ciudad de Jerusalén se llenaba de luz. pues grandes contenedores de aceite eran puestos para iluminar toda la ciudad (Mishná, Suká 5:2-3).

La alegría era tan grande que los sabios de Israel decían: “Aquel que no ha experimentado el regocijo de la casa de extracción de agua, jamás ha experimentado el gozo en su vida”. (Mishná, Suká 5:1)

Otra de las costumbres de la fiesta es tomar sauces, palmas, mirtos y un “etrog” (un fruto cítrico de Israel) como representantes del mundo vegetal. Estos cuatro elementos forman un ramo llamado “Lulav” que es mecido en la ceremonia cuando se recitan partes del Salmo 118.

En los días de Yeshúa el lulav era mecido por todos los adoradores creando un sonido de una ráfaga de viento (por cierto, la palabra para viento en hebreo es “rúaj”, que también quiere decir “Espíritu)” como símbolo de los vientos y lluvias anticipados para el invierno. En una cultura eminentemente agrícola, y una tierra como Israel, la lluvia es sumamente necesaria para un año lleno de bendición y prosperidad.

En aquel año todo sucedía con normalidad, la libación de agua en el altar, los alegres cánticos, el gozo y el mecido del lulav, y entonces alguien se puso de pie.

“EL QUE TENGA SED VENGA A MÍ…” ¿YA HAS ACUDIDO A ÉL?

Habiendo recuperado el contexto, podemos apreciar mejor las palabras del judío más grande de todos los tiempos:

“Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.” (Juan 7:37-38)

Así como el pueblo extraía el agua de la fuente de aguas vivas de Siloé, Yeshúa prometía un agua que no estaba disponible a cualquier ser humano: A todo aquel con una sed de Dios, de una relación viva y dinámica con el Creador de su alma, y de verdadera regeneración espiritual, el Mesías prometía agua viva. Esta agua, como nos dice Juan, era el “Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él” (7:38).

La Biblia nos informa que todo aquel que viene al Mesías y le entrega su vida al Dios de Israel, pidiendo perdón por sus pecados, recibe el Espíritu Santo de Dios. El Espíritu que recibimos es un milagro de Dios quien nos regenera desde adentro hacia afuera y nos capacita para ser sus hijos en obediencia y amor. Leemos de esto en varias partes de la Escritura:

“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”. (Tito 3:5)

“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1:7)

Todo el mundo entendió el mensaje aquel día:

“Así como hemos sacado aguas vivas de la fuente. Yo soy la verdadera fuente de vida espiritual y de conexión con el Padre. Así como generamos “rúaj” (viento) con el lulav, todo aquel que viene a mí, recibirá el “rúaj” (Espíritu) de Dios. Así como anticipamos en la fiesta de Sucot, la lluvia que vendrá para bendición de la tierra, todo aquel que viene a mí, experimentará una lluvia del Espíritu de Dios y tendrá una fresca relación con Dios. Vengan a mí todos aquellos que tengan sed y sean saciados”.

Desde hace dos mil años, millones han sido saciados de la fuente de aguas vivas que el Mesías prometió. Vidas cambiadas en todo el mundo son testimonio de que Dios está interesado en su creación y quiere una relación contigo. Si aún no has entregado tu vida al Dios de Israel, por medio de su Mesías, Invócale en oración pidiéndole la vida eterna que hay en su Hijo.

¡La fuente de agua para vida eterna nunca se ha acabado y está disponible para ti!

Si deseas entregar tu vida al Dios de Israel por medio de su Hijo Yeshúa, haz de corazón esta oración:

Dios de Israel, quiero conocerte. No lo entiendo todo, pero te doy gracias por enviar a tu hijo Yeshúa para salvarme y no para condenarme.

Reconozco que necesito salvación eterna y hoy te quiero pedir que me des el regalo de la salvación y la vida eterna. Confieso que he pecado de diferentes maneras, he hecho cosas que no fueron correctas ante tus ojos. Te pido perdón y agradezco que hayas enviado a tu Hijo a morir por mí en una cruz para salvarme y perdonarme de todos mis pecados por medio de su sacrificio. Creo que tu Hijo murió y que también resucitó. Te pido que me salves, que borres todos mis pecados y me hagas una nueva criatura. Necesito que quites de mí la carga del pecado y me llenes con tu amor y con tu Santo Espíritu. Necesito estar en paz contigo y necesito que pongas tu paz en mi corazón.

Amado Dios, desde hoy en adelante, quiero que tu hijo Yeshúa sea mi Señor y mi Salvador, quiero seguir su ejemplo haciendo tu voluntad todos los días. Gracias por amarme desde antes de nacer, gracias por caminar siempre a mi lado y gracias por esperar pacientemente que tomara esta decisión.

Padre, enséñame a amarte, a confiar en ti y tener una relación contigo, deseo saber para qué me has puesto en la tierra, quiero cumplir con el propósito para el cual me creaste, quiero hacer tu voluntad y agradarte en todo.

Hago esta oración en el Nombre de tu Hijo Yeshúa. Amén.

Visítanos y comprende la Biblia desde su contexto original en:

 Ministerio Puerta de Esperanza

Clle 7C #19B-22 barrio Las Gaviotas, Valledupar, Colombia.

Whatsapp +57 3174181597

www.koltorah.co

Agrega tu comentario

Horario de Oficina

Lun-Jue. 9 am – 5 pm
Viernes, 9 am – 3:30 pm

 

Servicio Semanal

Lunes
8:00 pm

Jueves
9:00 am

Shabat en la mañana
10:00 am