El pueblo está harto de los comercializadores de la fe, harto de que los predicadores parezcan revendedores en plazas, hartos de que el mensaje bíblico haya sido reducido al tema de la prosperidad económica.
Pero, ¿Será cierto que en realidad Dios está interesado en la economía de las personas? No podemos ignorar que a pesar de que el tema económico no es la prioridad en la vida de los creyentes, el Eterno, bendito Su Nombre, tiene múltiples motivos para hacer próspero el camino de sus hijos en pro de su misma obra.
¡Presta atención y abre tu corazón a la verdadera prosperidad de Dios!