En nuestra cultura occidental estamos acostumbrados a que el nombre de una persona no es más que un apelativo, es decir, una forma de llamarlo. Tan poca importancia le damos a esto que hasta los remplazamos por seudónimos, apodos y todo tipo de irrespetos para con la persona que lo lleva.
Pero, en la cultura bíblica el nombre es más que una forma de llamar a alguien, por el contrario, denota todas aquellas características que hacen única a aquella persona que lo porta e incluso hasta anuncia anticipadamente el tipo de carácter y actitudes que mostrará respecto a circunstancias determinadas.
Esto es cierto también de Dios y Su Nombre, así como del nombre que le dio a Su Hijo. En estas enseñanzas comprenderás que escondido detrás del Nombre Sagrado, están maravillosas bendiciones para Su pueblo esperando por ser encontradas.
¡Escucha con atención y recibe Su Bendición!